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Novak Djokovic, una máquina de ganar pero con corazones por conquistar

Novak Djokovic parecía al fin haber conquistado el corazón del público durante el último Abierto de Estados Unidos, pero su rocambolesco paso por Australia, donde las autoridades anularon nuevamente este viernes su visado, podría confirmar su impopularidad a pesar de su extraordinario palmarés.

Y eso que el serbio de 34 años lo tiene todo para ser un ídolo de masas: afable, respetuoso, disponible, gracioso, patriota, buen padre de familia, inteligente, cultivado, políglota...

Se buscan razones objetivas para explicar el desamor el público, que a menudo le escamotea sus aplausos. Una minoría ha llegado incluso a abuchearlo.

¿Es quizás porque es demasiado mecánico? ¿Demasiado previsible? ¿Demasiado defensivo? ¿Sobreactúa mucho quizás? ¿O puede que sea percibido como arrogante? Puede ser, simplemente, que sea demasiado fuerte para el resto.

Tampoco ayudan la debilidad del público por Roger Federer ni la empatía por Rafael Nadal, los dos 'enemigos íntimos' de Djokovic en su carrera en el circuito ATP.

A un periodista que le preguntó cómo se tomaba ser considerado el "malo" ("bad guy") en la persecución de Federer y Nadal, Djokovic respondió: "Yo no me considero el malo. Esa es su opinión".

- Secretos y polémicas -

Novak Djokovic, una máquina de ganar pero con corazones por conquistar

Djokovic sigue en plena forma pese a su edad. ¿Su secreto? Un régimen sin gluten desde hace diez años, algo paradójico para el hijo de un pizzero, una cámara de oxígeno para la recuperación, un gurú para los aspectos mentales o visitas a una misteriosa "pirámide" en Bosnia (que en realidad es una colina natural).

Sin embargo, su mala reputación ha ido en aumento durante la pandemia, cuando se ha mostrado escéptico frente a la enfermedad y las vacunas.

Su decisión de organizar a mediados de 2020 un torneo en los Balcanes (Adria Tour) pudo nacer con la mejor de la intenciones, pero se convirtió en un foco de infecciones de covid-19, incluidos él y su esposa Jelena.

Después expresó públicamente sus dudas sobre el programa de vacunación del covid-19, ganándose el apoyo peyorativo de "Novax".

Pero, junto a las polémicas, Djokovic ha mostrado grandes gestos e invierte tiempo y esfuerzo en su campaña de seducción: bromea con los espectadores, firma muchos autógrafos, no se cansa de posar para fotos con niños...

Además habla inglés excelentemente, alemán, italiano y cada vez un mejor francés. En su primer título en Roland Garros dibujó un gran corazón con su raqueta sobre la tierra batida y en 2020 regaló su raqueta de la victoria a un niño.

En la pista, es difícil discutir su grandeza, a pesar de un bajón de forma tras una cirugía de codo hace cuatro años que lo apartó incluso del top 20 del ránking ATP.

Pero ahora, el serbio ha conseguido 20 Grand Slams y un total de 86 títulos. Batió el récord de semanas en el número uno mundial de Pete Sampras y ostenta un balance de victorias a su favor tanto contra Nadal como contra Federer.

En septiembre, el público del estadio Arthur-Ashe de Nueva York lo empujó como nunca en su fallido objetivo de lograr el Gran Slam en un año calendario, un apoyo que lo llevó a llorar en plena final.

Pero ese principio de luna de miel chocó con la novela de Australia, su exención médica sin estar vacunado para participar en el Abierto de ese país en una ciudad como Melbourne muy afectada por las medidas de confinamiento, y el embrollo sanitario, político, diplomático y deportivo que le siguió.

- Bombardeos sobre Belgrado -

Con apenas 7 años de edad ya afirmó a la televisión serbia que quería ser el número uno del mundo.

Detectado por la mentora Jelena Gencic, que también le inculcó conocimientos de música clásica o literatura, Djokovic se formó en el Partizán de Belgrado y después su familia hizo un enorme esfuerzo para enviarlo a Alemania.

Nacido en Belgrado en 1987, el joven Djokovic quedó muy marcado por la experiencia de la guerra de Kosovo, cuando él tenía apenas 12 años.

Para escapar a los bombardeos de la OTAN pasó dos meses y medio por la noche en refugios antiaéreos... y por el día en una pista de tenis, ya que la escuela normal estaba cerrada.

Muy patriota, aunque prefiere tener su residencia en Mónaco, Djokovic acostumbra a defender la imagen de Serbia y se preocupa por tender lazos con los países de la antigua Yugoslavia.

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