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Estornudar, temblar Cosas 'raras' que nos pasan al excitarnos sexualmente

SOLANGE VÁZQUEZ

Lo que nos ocurre durante el sexo es una tormenta perfecta de reacciones en cadena: hormonas desatadas, cambios físicos de toda índole (musculares, de ritmo cardíaco, respiratorios, neurológicos) y también emocionales, claro. ¿Hemos dicho 'perfecta'? Bueno, casi. La mayor parte del catálogo de lo que nos pasa cuando nos excitamos es de sobra conocido. Es decir, que la mayoría de las reacciones son estándar, las esperadas..., pero, ojo, ¡no siempre! Hay personas que, cuando se ponen a cien, sufren efectos extraños que para nada parecen vinculados a la actividad sexual, cosas que les sorprenden, les avergüenzan, les asustan... Al menos, hasta que se habitúan a ellas y comprueban que no suponen nada grave.

«Estos fenómenos suelen ser muy transitorios y no preocupantes, van desapareciendo. Lo que es fundamental es tener confianza con la pareja para afrontarlos de manera sana», afirma Lurdes Lavado, sexóloga del centro Alborabide. He aquí algunas cosas 'raras' pero totalmente normales que les pasan a algunas personas cuando están en las inmediaciones del clímax sexual, bien sea en el prólogo, en el epílogo o en lo más interesante del capítulo

¡Achús!

Estornudar

En la nariz tenemos el mismo tipo de tejido que en nuestros genitales. «Por eso hay personas que, cuando se excitan, tienen crisis de estornudos, un fenómeno llamado 'rinitis de la luna de miel'», indica en su libro 'Respira' (Planeta) el periodista James Nestor, que escribe en medios como 'The New York Times' y es un exitoso divulgador de temas científicos. Esta idea no es nueva: a finales del siglo XIX, el otorrinolaringólogo alemán Wilhelm Fliess, amigo de Freud, desarrolló la teoría de la 'neurosis del reflejo nasal', que describía un vínculo entre los genitales y la nariz. No se le hizo mucho caso porque otras de sus teorías eran auténticas majaradas, pero en lo de los genitales y la nariz tenía razón, como se comprobó décadas después. Parece ser que estornudar después del coito -aunque algunos estudios refieren sujetos que solo con pensar en ello ya están con el 'achús'- se debe a una hiperactividad parasimpática desencadenada en el cerebro de ciertas personas, donde funciones que son automáticas se hacen un lío. Además, parece que los estornudos 'sexuales' podrían tener una predisposición genética

¿Cómooo?Amor, que no te oigo

Oídos taponados

«No me pasa siempre, pero casi. Justo después de tener un orgasmo se me taponan los oídos, a veces uno solo. Como cuando vas en el avión. Se va solo, pasados un par de minutos. Aunque no lo he 'estudiado' ni he buscado en internet jamás (ahora que lo cuento me está entrando la curiosidad), tengo la sensación de que cuanto más intenso es el orgasmo, más fácil es que se me taponen los oídos así que... ¡buena señal cuando pasa!», afirma una joven que prefiere mantener el anonimato. Según Diego Redolar, profesor de Neuropsicología en la Universitat Oberta de Catalunya y cofundador del laboratorio Cognitive Neuro-Lab, seguramente lo que le ocurre es un efecto «de la activación simpática que se da durante el orgasmo». ¿Alguna explicación algo más otorrinolaringológica? Sí, la bajada repentina en el ritmo cardiaco y la presión sanguínea tras el clímax causan cambios de presión en el oído y una reducción del flujo sanguíneo, algo que hace que los nervios auditivos estén 'infraalimentados', por lo que lanzan señales defectuosas al cerebro.

Deseo de arriba a abajo

Hormigueo en los dedos

Estornudar, temblar Cosas 'raras' que nos pasan al excitarnos sexualmente

¿Dónde está la frontera entre lo psicológico y lo fisiológico en esto de los efectos colaterales del sexo? A veces no es fácil de discernir, aunque haya explicaciones neurológicas para todos ellos. «Cuando me excito, noto como un hormigueo en las yemas de los dedos, como si quisiera tocar...», revela una afectada. Es una zona llena de terminaciones nerviosas y ya sabemos que el sistema nervioso está que echa chispas durante la excitación, como el maestro de ceremonias de un circo de tres pistas, dirigiendo un montón de funciones. «Para activar la conducta sexual hay dos entradas de información: la parte cognitiva (imaginación) y la parte sensorial o somatosensorial (que nos toquen, por ejemplo). Y parece ser que en los humanos -en algunos animales, como las ratas, es al contrario- pesa más la vertiente cognitiva. Sin embargo, lo somatosensorial también tiene su papel, aunque difiere mucho de unos individuos a otros, por eso a unos les activan el deseo sexual unas sensaciones y a otros, otras», argumenta Redolar. ¿Y el hormigueo en los dedos? Puede ser simple deseo de tocar o un 'lío' nervioso.

'No todas las lágrimas son amargas

Llanto incontrolable

¿Echarnos a llorar tras el orgasmo? Sí, pasa. Se llama disforia poscoital y es irreprimible y bastante embarazoso si no se tiene confianza con el compañero o la compañera de cama. «Quizá no entienda a qué viene tanta lágrima, es conveniente dejar claro que no se debe a su falta de pericia», aconseja Sara Martínez, experta de EroticFeel, una firma de bienestar sexual masculino. «Lo mejor es no agobiarse. Primero, porque no tiene por qué pasarte siempre. A veces ocurre solo durante una época y ya nunca más vuelve a suceder. Además, si sabes que únicamente se trata de una liberación de tensión y lo comentas con la pareja, resulta que empiezas a asumirlo con naturalidad y a relajarte. Porque, si nos ponemos nerviosos y tememos ese momento, más nos va a ocurrir», advierte Lurdes Lavado.

Que se me mueve todo...

Temblores

Tras el orgasmo, algunas personas notan temblores, calambres y espasmos musculares que no tienen nada que ver con las convulsiones habituales del clímax. Ocurre, sobre todo, en las piernas y es más frecuente en las mujeres. Los expertos no lo atribuyen al esfuerzo sexual, consideran que es más bien debido a un efecto 'muelle'. Durante la excitación, los músculos se tensan y, al llegar el orgasmo y destensarse repentinamente, ocurren estos cortocircuitos y se producen estos movimientos involuntarios.

No puedo más, qué risa...

A carcajada limpia

Es la otra cara de la disforia poscoital. A unos les da por llorar a lágrima viva (esto se presta a todo tipo de bromas: que si es de alegría por haber logrado tener relaciones, que si es por lo mal que ha salido la experiencia...) y a otros... ¡por reírse como si acabasen de ver un 'sketch' de Faemino y Cansado! Qué corte, ¿no? Para ambas partes. Lurdes Lavado lo ha oído en su consulta, sí. «Le pasaba a una chica, que no lo podía evitar, y su pareja se quedaba 'para allá'. Es impactante, no es algo que nadie se espere», apunta. Según la sexóloga, en algunos casos el nivel de excitación es alto y el orgasmo llega como una auténtica liberación, «también en forma de risa».

Más allá de la realidad

Alucinaciones

Hay personas que aseguran haber tenido sensaciones muy extrañas en momentos de éxtasis, como de ir a morir o incluso de salir de su cuerpo. «La explicación psicológica de algunos casos es que se produce una exageración neurótica», apunta Lavado. Ya sabemos que los franceses llaman al orgasmo 'la petite mort' ('la pequeña muerte'). ¿Tiene esto algún fundamento biológico? Bien, la hiperventilación asociada al sexo puede ser una causa y también la 'desconexión' de algunas partes del cerebro que permiten que lleguemos al clímax (nuestra cabeza, de alguna manera, tiene que dar 'permiso' y desactivar la parte más racional para que se desencadene la respuesta sexual). «Igual que la gente que dice haber visto ovnis o extraterrestres los describe como históricamente los ha mostrado el cine, también las sensaciones que tienes que experimentar en el sexo 'deben' ser normativas, es decir, según lo que hemos visto o nos han contado que sucede. Pero curiosamente, tanto la excitación sexual como el momento del clímax pueden desencadenar en nosotros otro tipo de respuestas, algunas más comunes de lo que nos creemos, pero que no son las habituales», indica Sara Martínez. Cada persona es un mundo y una encuesta rápida entre sus amigos se lo puede demostrar.

Cuando el sexo pone 'enfermo'

Cansancio extremo

«La debilidad muscular puede darse justo después del orgasmo, especialmente en los hombres», indica Sara Martínez. Al parecer, en algunos varones, el coito deja tal relax que el distendimiento muscular típico tras el sexo se convierte en una pesadez desagradable. Y no, no es porque sea un atleta sexual que lo ha dado todo. Se conoce como orgasmolepsia

No es la típica excusa...

Dolor de cabeza

La tradicional excusa atribuida a las mujeres para no tener sexo, ese 'me duele la cabeza', es más típica de los hombres..., pero después de haber consumado, según Martínez. También es más frecuente en personas con migrañas. Los cambios en la presión sanguínea, la respiración, factores neurológicos y la liberación de adrenalina debido al placer sexual pueden ser las causas. El dolor surge de repente y suele durar unos minutos, aunque puede prolongarse horas.

El 'juego' de interacciones entre el sistema simpático y el parasimpático

El sexo está en el cerebro. Cuántas veces hemos oído esta afirmación (y cuántas hemos pensado que es una frase hecha). Pero tiene fundamento científico. El neuropsicólogo Diego Redolar explica que durante el sexo se da una interacción entre el sistema simpático y el parasimpático, cuyas funciones se van alternando, como un juego de interruptores: uno se enciende, otro se apaga: «En el inicio de la respuesta sexual, el parasimpático toma el control; cuando se llega al orgasmo, es el simpático el que domina la situación». Esta 'maquinaria' no es un reloj suizo y algunas personas sufren efectos fisiológicos cuando se hiperactivan estos sistemas, que no solo controlan la respuesta sexual y el orgasmo, sino muchas otras. De ahí que, a veces, se den situaciones inesperadas. «El sistema autónomo activa muchas cosas», recalca.

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