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Enclave ODS Un viaje por los senderos olvidados de España: "Forman parte de la historia de nuestros antepasados"

Apenas unas cuantas piedras resisten hoy en lo que se conoce como la Juansomera, un antiguo cortijo situado a escasos kilómetros de la localidad de Paterna del Madera (Albacete) en el que antaño llegaron a vivir hasta cuatro familias. Una de ellas era la de Antonio López, de 75 años, que recuerda cómo de niño descendía desde la casa familiar por un escarpado camino de tierra hasta llegar al río. Allí, explica, recogían el agua de una fuente que todavía permanece. La vivienda no corrió la misma suerte y quedó reducida a ruinas después de que sus habitantes abandonaran la pedanía para trasladarse al municipio. La senda también dejó de andarse y ahora permanece semioculta por una frondosa vegetación. Aunque no por mucho tiempo.

Dentro de poco, la vereda se desbrozará y se limpiará para que puedan pasar los cientos de corredores inscritos en la Maratón de la Osera, una carrera de montaña que se celebrará en mayo en la sierra que rodea Paterna del Madera por segundo año consecutivo. “A la hora de trazar el recorrido hemos intentado añadir algunas rutas que antes se usaban y que ahora están descuidadas. Queremos que la gente las conozca y vengan a entrenar por ellas para que, así, se conserven de nuevo”, detalla Floren Camacho, uno de los encargados de diseñar el itinerario.

Para ello se han servido de recuerdos de lugareños como López –también coordinador de la carrera–, aunque prácticamente la totalidad del circuito parte de la Red de Senderos Verdenace, una conjunto de 20 caminos históricos que hace ya casi dos décadas localizó y rescató la asociación local de Amigos de Paterna del Madera, fundada ex profeso para la tarea.

Vista aérea del municipio de Paterna del Madera, en AlbaceteInstituto Geográfico Nacional Pantallazo

“Nuestro objetivo era recuperar sendas, veredas, cañadas y pistas que tradicionalmente unían el pueblo con el resto de localidades vecinas y que estaban a punto de perderse”, explica Antonio Torres, primer presidente de la asociación. Una labor para la que se contó con la participación de la población local. “Preguntamos a la gente mayor del lugar y un pastor, por ejemplo, nos indicó por dónde se iba antes al Tejo Viejo, un árbol centenario al que era muy difícil acceder”, detalla.

Posteriormente, con ayuda de mapas de distintos años facilitados por el Instituto Topográfico Nacional se trazaron los recorridos que luego, brújula en mano, se iban siguiendo y balizando sobre el terreno. “El último paso fue desbrozarlos, limpiarlos y marcarlos con la señalización internacional para poder conseguir la homologación”, concluye Torres. El resultado son cerca de 265 kilómetros de rutas oficiales (y digitalizadas para que no vuelvan a desaparecer) que han acabado por convertirse en un recurso turístico de primer orden en una localidad de poco más de 300 habitantes.

Senderismo para dinamizar el mundo rural

Las redes de senderos señalizadas que se expanden por todo el país han demostrado que son un revulsivo socioeconómico en las áreas rurales por donde transcurren los recorridos. Y es que, más allá de facilitar la celebración de eventos puntuales como las carreras de montaña, el resto del año fomentan el senderismo, una actividad que se calcula que practican regularmente cerca de entre cuatro y cinco millones de españoles (un 10% de la población).

Actualmente, no existen cifras oficiales sobre el impacto socioeconómico del senderismo a nivel nacional. Sin embargo, en 2003, después de una década de inversión pública, la diputación de Huesca realizó un estudio pionero sobre la rentabilidad económica de esta práctica deportiva de bajo impacto medioambiental. Las conclusiones indicaban que no solo había habido un crecimiento positivo de la inversión, sino que “el excursionismo generaba importantes repercusiones en la renta y el empleo en la economía en general y, concretamente, en la economía local receptora del gasto de los visitantes”.

Más allá de ser un potente dinamizador del mundo rural, la eclosión del senderismo como afición generalizada en los últimos tiempos ha permitido recuperar vías tradicionales que estaban abocadas a desaparecer. Algo que, según explica José María Nasarre, vicepresidente de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) y responsable del estudio Senderos señalizados y desarrollo rural sostenible, permite revalorizar un patrimonio cultural irremplazable. “Los caminos forman parte de la historia de nuestros antepasados y las prácticas deportivas de montaña como el trekking, el trail, el cicloturismo e incluso la hípica son una oportunidad para rehabilitarlos y que la población local vuelva a utilizarlos”, señala.

Normalmente, sostiene el vicepresidente de FEDME, los caminos en desuso se recuperan gracias a la iniciativa de asociaciones locales, de ayuntamientos o de grupos privados. Sin embargo, desde 1993 está en desarrollo la Red de Caminos Naturales, dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y formada por más de 10.300 kilómetros de antiguas infraestructuras abandonadas como, por ejemplo, las antiguas plataformas de ferrocarril que ahora se han convertido en Vías Verdes.

Una mujer hace trekking en plena montañaleszekglasner iStock

En este sentido, Nasarre recuerda la naturaleza pública de esos caminos tradicionales: “El artículo 132.1 de la Constitución Española recoge la imprescriptibilidad de los caminos públicos, lo que quiere decir que, aunque se hayan abandonado, se hayan construido carreteras encima o hayan sido usurpados por propietarios particulares siguen existiendo y siendo de dominio público”.

Amparándose en el marco legal, la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos lleva 15 años luchando por recuperar esas vías perdidas. “Cuando dejamos que desaparezca un sendero perdemos un patrimonio público y se pierde la memoria histórica de quienes han paseado por ahí e incluso han colaborado en el mantenimiento de esa zona”, sostiene Manolo Trujillo, coordinador de la organización, que engloba a cerca de 30 asociaciones locales de todo el país.

Alentar a los ayuntamientos a elaborar sus catálogos de caminos públicos es una de las principales líneas de actuación de la plataforma, que colabora en la búsqueda y el estudio de las vías históricas. Tal y como explica Trujillo, para realizar este trabajo las fotografías del “vuelo americano” son todavía hoy una herramienta fundamental. Se refiere a las imágenes aéreas que en 1956 y 1957 medio centenar de pilotos del Army Map Service americano realizaron de toda la península como parte de un proyecto cartográfico impulsado por España y Estados Unidos.

Las ortofotografías, actualmente digitalizadas por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG), son uno de los pocos recursos aéreos históricos disponibles actualmente que permiten, entre otras cosas, identificar sendas tradicionales.

“Gracias a esas imágenes hemos podido ver cómo algunas fincas cinegéticas o privadas se habían apropiado de caminos que son de dominio público e, insistiendo mucho, hemos conseguido que vuelvan a abrirlas”, detalla Trujillo, quien añade que, en otras ocasiones, las labores de recuperación se han realizado sobre el terreno, ya que para rehabilitar un camino primero hay que recorrerlo, desbrozar y, por supuesto, limpiar la basura y los residuos.

Una manera de proteger el medio ambiente

Más allá del impacto que tiene la limpieza y el mantenimiento de un camino, a largo plazo, su recuperación se antoja una manera de proteger el entorno natural. “Lo que no se conoce no se valora ni se protege. Por eso, si hoy recuperas una zona natural, la gente comienza a transitarla y apreciarla y, si el día de mañana alguna iniciativa quiere urbanizarla, lo más probable es que la población se movilice para protegerla”, argumenta Trujillo.

Para David Gutiérrez, director de la Oficina Técnica de Sostenibilidad Ambiental de la Red Cántabra de Desarrollo Rural, son múltiples los beneficios que implica la rehabilitación de veredas para el medio natural. ¿El más directo? Que ofrece seguridad a las personas y a los animales que viven en la zona. “Cuando guías el paso de las personas por ciertos caminos evitas que la gente vaya por zonas, o bien peligrosas o bien sensibles donde hay especies de fauna o flora protegidas o especies criando”, aclara.

Asimismo, la creación de vías naturales permite dar continuidad de paso a la fauna, que cada vez se encuentra con más barreras artificiales, como carreteras, mallas o vallas de contención. “Por eso es importante que antes de trazar un camino y hacerlo accesible se estudie el territorio y las características del entorno y de la infraestructura que se va a hacer”, señala el experto. Y concluye: “Solo así es posible respetar al máximo la naturaleza”.

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