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‘Creole’, el velero de lujo de la familia Gucci que también tiene una historia de película

Náutica

El yate, de 63 metros y botado en 1927, es propiedad de una de las hijas de Gucci y Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia pasaron en él su noche de bodas

Javier Ortega Figueiral

Este 2021 Riddley Scott ha querido echar una mirada atrás para recordar la vida y muerte de Maurizio Gucci, heredero de la célebre marca de lujo que lleva su apellido y el impacto de este filme ha colocado la brújula del interés sobre el Creole, un yate de lujo que sigue en manos de la familia y cuya historia también merece un guión. La película que ha dirigido y versiona el libro-reportaje The House of Gucci, de Marcia Gay Forden, ha devuelto a primera línea a esta familia italiana. Una saga marcada por la moda, las luchas internas por llevar las riendas de la casa y sobre todo por el asesinato del que fuera su líder, Maurizio, interpretado por Adam Driver. El crimen fue perpetrado por un sicario contratado por su ex esposa, Patrizia Reggiani, papel que encarna Stefani Joanne Angelina Germanotta, más conocida por Lady Gaga.

Reggiani, conocida como la ‘viuda negra’, tuvo dos hijas con Gucci: Alessandra y Allegra, herederas de la fortuna de su padre, cuando este ya había sido expulsado de la firma. La marca fue comprada en su momento por Investcorp, una sociedad de inversión con sede central en el reino de Bahrein y actualmente pertenece a Kering, holding de firmas de lujo del francés François-Henri Pinault y que es también propietario de Balenciaga, Brioni, Saint Laurent o Ulysse Nardin.

Origen

En lugar de comprar un yate nuevo, se enamoró de el 'Creole', un velero de 1927 que localizó en mal estado e hizo restaurar

Tirando del hilo rojo de la historia, Pinault no es tan solo propietario desde 1999 de la marca que aparece retratada en la película de Scott. Desde 2009 también es esposo de Salma Hayek Jiménez Valgarma, actriz que en la versión filmada de -The House of Gucci interpreta a Giuseppina Auriemma, vidente, confidente y colaboradora necesaria de Patrizia Reggiani en el asesinato de su ex marido el 27 de marzo de 1995.

Gucci llevó una vida desahogada junto a su esposa, aunque disparó sus gastos al compartir su vida con Paola Franchi: vehículos de lujo, viajes, propiedades y, como buen millonario, un yate, aunque con matices. En lugar de encargar uno nuevo, se quedó enamorado de un velero de 1927, el Creole, que localizó en mal estado tras una intensa vida marinera. Gucci se puso como objetivo darle una segunda vida para devolverle el esplendor de sus primeros años.

‘Creole’, el velero de lujo de la familia Gucci que también tiene una historia de película

El empresario invirtió una fortuna en unos trabajos de restauración y reforma que se llevaron a cabo durante más de un lustro en astilleros italianos, alemanes y mallorquines. El yate estuvo listo en 1989 y recuperó el mismo aspecto que tuvo cuando su primer armador, el magnate estadounidense Alexander Smith Cochran quiso permitirse un capricho, sospechando que no le quedaban muchos años de vida: estaba enfermo de tuberculosis.

Cuando el barco fue bautizado con el nombre original de Vira, la botella de champagne usada para la ceremonia simbólica tuvo que lanzarse hasta tres veces contra el casco para que esta se rompiera. Para muchos, ese fue un símbolo de mala suerte y, de entrada, su primer armador solo pudo disfrutarlo unos meses.

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Onassis y Niarchos fueron enemigos eternos y usaban ruidosamente a celebridades, celebraban fiestas excesivas, firmaban grandes contratos y construían barcos enormes como elemento de poder frente al contrario: cuanto mayores y más importantes, más se jactaban de tener más peso y prestigio social que el otro armador. En cuanto a matrimonios, Onassis fue más discreto: solo se casó dos veces, mientras que Niarchos lo hizo hasta en cinco ocasiones. Su tercera esposa, Eugenia Livanos falleció a bordo del Creole en 1970. En la versión oficial siempre se dijo que fue por una sobredosis de barbitúricos, aunque siempre quedó la sombra de la sospecha sobre otras posibles causas.

Rivalidad

Onassis y Niarchos fueron enemigos eternos y usaban ruidosamente a celebridades, celebraban fiestas excesivas y construían barcos enormes para competir entre sí

Desde el fallecimiento de Livanos, Niarchos perdió interés en el velero, aunque no en los barcos de recreo, pues tuvo hasta siete yates diferentes. El Creole acabó vendido en 1977 al gobierno danés para convertirse en un buque-escuela civil y fue utilizado como centro de rehabilitación de jóvenes con adicciones. A punto de naufragar en 1982, fue puesto a la venta en muy mal estado y fue entonces cuando el yate y Gucci unieron sus destinos.

Tras los importantes trabajos de remodelación rematados en los Astilleros de Mallorca de Palma, base habitual del velero, el Creole fue disfrutado por Gucci, su pareja y sus hijas. Su exesposa siempre exigió poder usarlo durante un mes al año, aunque nunca le fue permitido. Hoy la armadora es la hija menor: Allegra, atenta siempre al día a día del velero y preocupada permanentemente por su mantenimiento e imagen. Las pocas veces que habla en público sobre el barco recuerda que el Creole es la memoria de su padre, pues lo tenia como uno de sus lugares de felicidad.

Alojamiento de lujo

Pueden pernoctar hasta 11 usuarios, atendidos por una tripulación de 16 personas, y el alquiler semanal oscila entre 224.000 y 266.000 euros, extras aparte

El barco está siempre impecable pues está en el mercado del chárter náutico. “Por el precio, este es un tipo de yate para clientes de muy alto poder adquisitivo y, además, quienes quieren pasar unos días a bordo suelen ser buenos conocedores del mar”, indica a Magazine Lifestyle Judith Estrella, co-propietaria de Charter and Dreams, agencia de alquiler y gestión de yates en Ibiza, Mallorca y Barcelona. “Es todo un clásico. La propiedad tiene la fijación en mantener el espíritu original y sus tripulantes están al nivel de un barco impecable, que el año que viene cumplirá 95 años”, indica.

A bordo pueden viajar y pernoctar hasta 11 personas en seis camarotes. Estos están atendidos por una tripulación de 16 personas, liderada por un capitán británico. Buena parte del personal es español, como el primero y segundo oficial o el jefe de máquinas, mientras que el chef es italiano y el responsable jefe del servicio a bordo es de Filipinas.

Toda esta historia, esta impecabilidad, la profesionalidad de la tripulación y poder disfrutar de un velero de madera de 700 toneladas, 65 metros de eslora y una superficie de velas que supera los 1.200 metros cuadrados tiene un precio: el alquiler está fijado entre 224.000 y 266.000 euros por semana, al que hay que añadir gastos extras.

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