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Danny Rolling, el ‘destripador de Gainsville’ que inspiró la saga ‘Scream’

Las caras del mal

El asesino sembró el pánico al violar, mutilar y matar a cinco estudiantes en tres días

Mónica G. Álvarez

Cuando el oficial Ray Barber acudió al edificio de apartamentos de Williamsburg Village por un aviso sobre música alta, se topó con un conserje preocupado. La estudiante Christina Powell había desaparecido aunque su coche estaba aparcado en las inmediaciones. Tampoco localizaban a su compañera Sonja Larson. Los padres de Christina solo querían que la Policía derribase la puerta y cerciorarse de que las chicas se encontraban bien. El agente rompió uno de los cristales y, entonces, emanó un fuerte olor del interior. Al entrar, Barber se topó con los cuerpos inertes de las mujeres: habían sidovioladas, apuñaladas, mutiladasy colocadas en posiciones sexuales grotescas.

Los asesinatos de estas jóvenes de 17 años fueron los primeros de los cinco que se produjeron en el estado de Florida en agosto de 1990. Su autor, Danny Rolling, conocido como el ‘destripador de Gainsville’, fue detenido y condenado a la pena de muerte. La historia de este asesino en serie impactó tanto al guionista de la películaScreamque escribió la que está considerada como una de las cintas de terror más importantes de su género.

Voyeur y antisocial

Danny Harold Rolling nació el 26 de mayo de 1954 en Shreveport (Louisiana, Estados Unidos) en el seno de una familia marcada por la violencia ejercida por parte de su padre, James Rolling, un veterano de guerra con estrés postraumático reconvertido en policía. El hombre no solo se comportaba de forma violenta y agresiva con su mujer Claudia, sino que también abusaba física y psicológicamente de sus hijos. Entre ellos, de Danny.

Día tras día, el muchacho sufría continuos golpes y palizas y, para escapar del dolor, se creó diferentes personalidades. Poco a poco, su mente se fue distorsionando y desarrollando diversos trastornos mentales. Entre ellos, un desorden antisocial, un trastorno límite de la personalidad, además de parafilias sexuales y voyerismo.

También encontró otros refugios. Por un lado, la música y el arte y, por otro, el consumo de alcohol y drogas. Este cóctel, sumado a una depresión, le llevó a tratar de suicidarse tras una fuerte pelea con su padre. La situación era insostenible y tenía que poner tierra de por medio. Dejó los estudios y se alistó en el ejército. Sin embargo, en 1972 lo echaron de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos por consumo de estupefacientes y no tuvo más remedio que regresar.

Durante un tiempo, vivió con su abuelo y se dedicó a ir más a la iglesia, lo que le aportó cierta estabilidad. Contrajo matrimonio con O’Mather Halko, tuvieron una hija, pero, inconscientemente, Danny buscaba el mismo tipo de abusos y violencia con el que creció durante su infancia.

Tras el divorcio, la salud mental del veinteañero empeoró y aquí fue cuando inició su carrera delictiva. Primero, cometió pequeños hurtos que se transformaron en robos con fuerza y por los que años más tarde fue encarcelado. Luego, espió a mujeres en lugares públicos e, incluso, llegó a violar a una señora que se parecía físicamente a su exmujer. También lo detuvieron por voyeurismo, aunque nunca por la violación.

Durante la década de los años ochenta, Rolling saltó de trabajo en trabajo, y cuando lo despedían caía nuevamente en la delincuencia. Robaba, lo detenían y regresaba a la cárcel. Hasta que en noviembre de 1989, asaltó una casa en Shreveport, su ciudad natal, y asesinó brutalmente a toda una familia mientras estaban cenando. Eran un padre de 55 años, su hija de 24, y el nieto de ocho.

Rumbo a Florida

Danny Rolling, el ‘destripador de Gainsville’ que inspiró la saga ‘Scream’

Nadie relacionó a Danny con estos crímenes. La Policía dio palos de ciego en busca del responsable. Tuvieron que pasar cinco años para que el propio Rolling lo confesara una vez detenido por los asesinatos de Gainsville.

Días después de esta carnicería, el joven fue en busca de su padre para matarlo: quería vengarse después de tanto sufrimiento. Cogió una pistola, se personó en el domicilio familiar y lo disparó en el estómago y la cabeza. No lo mató. James perdió un ojo, se quedó sordo de un oído y lo denunció por intento de asesinato. Mientras tanto, Danny emprendió una huida que lo llevó hasta Gainesville (Florida).

A partir de aquí comienza la conexión de la vida de Rolling con la trama de la película Scream . Corría el mes de agosto de 1990 cuando el criminal llegó en autobús hasta Gainesville. Buscó una zona donde asentarse y terminó acampando en una zona boscosa justo detrás de la Universidad de Florida y próxima a la vivienda de una de sus primeras víctimas. Tras varios años de cárcel en cárcel (Alabama, Georgia y Misisipi) prefería no socializar con nadie y vivir apartado. Hasta que su instinto homicida volvió a emerger.

A primera hora de la mañana del 24 de agosto, Danny se coló en el apartamento de Christina Powell y Sonja Larson, ambas estudiantes de 17 y 18 años, que aún dormían.

La primera en morir fue Sonja. Rolling entró en su dormitorio, le tapó la boca con cinta aislante para ahogar sus gritos, la violó y terminó apuñalándola. La joven trató de defenderse pero no consiguió zafarse. Murió intentando protegerse. Después, el agresor se dirigió al salón donde dormía Christina, también le precintó la boca, le ató las muñecas a la espalda y la amenazó con un cuchillo mientras la desnudaba. La violó brutalmente y la mató de cinco navajazos por la espalda. Una vez asesinadas, colocó a las jóvenes en posiciones sexuales provocativas. Antes de marcharse del apartamento, Danny se duchó.

Horas más tarde, la Policía encontró los cuerpos completamente mutilados y acuchillados. Era una escena realmente dantesca.

Las autoridades aún se encontraban en la escena del crimen recopilando pruebas cuando el asesino volvió a actuar. Rolling no dejó pasar ni un día antes de matar a Christa Hoyt, otra estudiante de 18 años, que residía en la zona. Esta vez, el homicida asaltó la vivienda abriendo una puerta corredera de vidrio con un destornillador pero la chica no estaba en casa, así que la esperó pacientemente.

A las once de la mañana, Christa entró por la puerta y Danny la atacó sorpresivamente por detrás y la estranguló con una técnica de constricción que se utiliza en judo. Después, le precintó la boca con celo, le ató las muñecas y la llevó hasta el dormitorio. Tras desnudarla, la violó salvajemente al igual que a las dos primeras víctimas. Después, la forzó boca abajo, la apuñaló hasta rajarle el corazón y la decapitó. Antes de irse, colocó su cabeza y los pezones en una estantería frente al cadáver. Este permanecía en una extraña pose sexual.

Un destripador anda suelto

Por segundo día consecutivo, las autoridades se toparon con una escena espeluznante similar a la encontrada en la casa de Christina y Sonja. Estaba actuando un asesino en serie y los investigadores analizaban su modus operandi: irrumpía en los domicilios a primera hora de la mañana, ponía la música muy alta durante los crímenes (los vecinos se quejaron del ruido), robaba la ropa interior de sus víctimas, además de algunas partes de sus cuerpos, se duchaba antes de huir, y utilizaba un cuchillo de entre diez y quince centímetros.

Los medios de comunicación se hicieron eco de ambos sucesos y en el campus de la universidad no se hablaba de otra cosa. Los estudiantes tomaron toda clase de precauciones: durmieron en grupo, cambiaron sus rutinas y algunos se trasladaron a otras facultades. Se respiraba miedo.

Pero el auténtico pánico estalló cuando aparecieron los cadáveres de Tracy Paules y Manuel ‘Manny’ Taboada. Fue el 27 de agosto. El primero en morir, el muchacho: descubrió a Rolling entrando en la casa. Tras una fuerte pelea, el homicida logró reducirlo a puñaladas. Tracy escuchó los gritos y, al salir al pasillo para comprobar lo que estaba pasando, vio al asesino. La joven trató de encerrarse en la habitación pero él fue más rápido.

Le precintó la boca y las muñecas, la desnudó, la violó y la apuñaló tres veces por la espalda. Una vez más, eligió una llamativa postura sexual para colocar el cuerpo de la joven.

Con cinco asesinatos sobre la mesa, los medios de comunicación bautizaron al responsable como ‘el destripador de Gainesville’. La ciudad estaba completamente traumatizada, nadie salía a la calle y la Policía no logró dar con el verdadero culpable hasta varios días después. Mientras tanto, arrestaron a un estudiante, Edward Lewis Humphrey, por actitud sospechosa: historial de enfermedades mentales, cicatrices en la cara y comportamiento violento en los pisos de estudiantes donde residió. Humphrey salió en libertad cuando arrestaron a Danny Rolling. La detención se produjo el 7 de septiembre.

El asesino estaba robando en una tienda cuando una patrulla lo pilló y lo trasladó a comisaría. Mientras cotejaban sus datos, les saltó el aviso de que el detenido estaba en busca y captura por el intento de asesinato del padre y que, en la misma localidad, se produjo un triple crimen similar al de los estudiantes. Los agentes decidieron comprobar si el ADN del sospechoso coincidía con el encontrado en las escenas de los crímenes de Gainesville y… ¡dio positivo! Acababan de cazar al depredador.

La diabólica ‘Geminis’

Los investigadores acudieron al campamento donde vivía Rolling en busca de pruebas y, durante el registro, hallaron pertenencias con vello púbico de una de las víctimas, ADN de ‘Manny’ en unas manchas de sangre de unos pantalones, su ADN en manchas de semen, además de varias grabaciones de audio donde el detenido mencionaba los asesinatos. En noviembre de 1991, Danny Rolling fue acusado formalmente de cinco cargos de asesinato en primer grado.

Durante tres años, el acusado insistió en su inocencia pese a las pruebas de ADN, hasta que, en febrero de 1994, entró en su vida la periodista Sondra London. Comenzaron a cartearse e iniciaron una relación sentimental que terminó en boda. De esta unión nació el documental The Making of a Serial Killer donde Rolling habló de los asesinatos cometidos, tanto los de los estudiantes de Gainesville como los de la familia de Lousiana.

Poco antes de celebrarse el juicio, se declaró culpable. Pero justificó sus actos asegurando que, la única responsable eraGeminis, una parte diabólica de su personalidad, que afloró a raíz de ver la tercera entrega de El Exorcista. Los psiquiatras que lo examinaron vieron plausible la posibilidad de una personalidad múltiple, pero dejaron claro que Rolling distinguía perfectamente entre el bien y el mal.

Durante el juicio, celebrado en el Condado de Alachua casi cuatro años después, los miembros del jurado visionaron las fotografías de las escenas de los crímenes, de las mutilaciones de los cuerpos y del estado en que el acusado dejó a sus víctimas. También escucharon decenas de declaraciones de testigos, de las autoridades competentes en la investigación y, por supuesto, las del propio reo.

Rolling se escudó en los abusos físicos y psicológicos sufridos cuando era niño para cometer los homicidios. Aquello fue lo que le impulsó a convertirse en un asesino, una teoría que no convenció al jurado y, finalmente, lo declaró culpable de cinco cargos de asesinato en primer grado. Un mes después, en abril de 1994, el juez lo sentenció a la pena capital por inyección letal. El tiempo que estuvo en el corredor de la muerte, Rolling se casó con la citada periodista y concedió múltiples entrevistas. Su ejecución se produjo el 25 de octubre de 2005 en la Prisión Estatal de Starke. Su último deseo fue comer cola de langosta, camarones, patatas al horno, tarta de queso con fresas y té dulce.

En el exterior del recinto se congregaron manifestantes a favor y en contra de la pena de muerte. Los que se oponían, cerca de un centenar, se colocaron en círculo, rezaron y entonaron himnos tales como Kumbaya y Blowin ‘in the Wind. Aquellos que estaban a favor, portaban consignas como, por ejemplo, “mata al asesino”.

A las seis de la tarde, le inyectaron una mezcla de hipnóticos, sedantes y analgésicos. Sus últimas palabras fueron las de una canción de gospel que decía “nadie más grande que tú, Señor, nadie más grande que tú”. Durante trece minutos, el ‘destripador de Gainesville’ cantó esta estrofa sin parar mientras miraba a los familiares de las víctimas. Murió a los 52 años.

El fiscal estatal de Gainesville, Bill Cervone, que describió a Danny Rolling como “la cara del mal” que ensombrece a la comunidad, aseguró que con su ejecución se “ha eliminado esa sombra”.

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