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El clan Urdangarin: la vida en tres países diferentes de Juan, Pablo, Miguel e Irene, los hijos de Iñaki y la infanta Cristina

RealezaLa única que sigue residiendo con su madre en Suiza es Irene, la pequeña de los cuatro vástagos del matrimonio.

Por Nuria Hernández

“Son cosas que pasan”. Con esta frase Pablo Nicolás Urdangarin, el segundo hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, hablaba por primera vez ante un micrófono tras la aparición de las fotos de su padre de la mano con Ainhoa Armentia. La discreción de los cuatro hijos del todavía matrimonio ha sido una constante desde que llegara al mundo el primogénito de la pareja, Juan Valentín, en septiembre de 1999, dos años después de su boda en la Catedral de Barcelona.

Ni Juan Valentín ni sus tres hermanos pequeños, Pablo Nicolás, Miguel e Irene, la menor de la familia, han protagonizado actos públicos ni, al menos por el momento, se plantean dar el salto a la vida pública como ha hecho su prima, Victoria Federica, hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, que hace unos meses abría sus redes sociales y comenzaba a asistir a eventos, alfombras rojas y encuentros con otras influencers.

Cada uno de los cuatro hijos de Iñaki y doña Cristina vive en una ciudad diferente (y en tres países distintos) y la única que aún reside en el hogar familiar de Suiza junto a su madre es la pequeña de la familia, Irene, de 16 años. El mayor, Juan Valentín, llegó al mundo en Barcelona el 29 de septiembre de 1999, un mes antes de que sus padres celebraran el segundo aniversario de su enlace que se había celebrado el 4 de octubre de 1997 en la Ciudad Condal. Tímido y serio en las imágenes que vimos de él cuando era pequeño, disfrutó en su infancia de los veranos en Mallorca junto a sus primos Felipe de Marichalar, que es un año mayor que él, y Victoria Federica, nacida en 2000.

En sus días en Marivent siempre se le veía feliz pero con cierto halo de timidez, que poco o nada tenía que ver con el carácter pizpireto de su primo Felipe Juan Froilán, que desde niño demostró ser un joven divertido y bromista. Juan Valentín siempre fue a los cursos de vela pagados por su abuela doña Sofía y le veíamos posar junto a la entonces reina en el puerto mallorquín cada mes de agosto. Después de vivir su infancia en Barcelona, en 2009 se mudaron a Washington (EEUU), donde vivieron hasta agosto de 2012. Allí se instalaron en el lujoso barrio de Chavy Chase junto a algunas de las familias más adineradas de la zona y Juan y sus hermanos estudiaron en el elitista Liceo de Rochambeau. Regresaron a Barcelona y siguieron sus estudios en el Liceo Francés en Pedralbes, por cuyas aulas han pasado también los hijos de otros rostros conocidos como Joan Laporta o las hijas del que fuera presidente de Pronovias, Alberto Palatchi.

El joven se graduó en l’Ecole Internationale de la Route de Chêne de Ginebra -donde la familia llegó en 2013-, uno de los centros privados más exclusivos y elitistas del país, que cuesta unos 30.000 euros por curso, una cantidad que costeó siempre el rey Juan Carlos. El colegio (al que también han ido los otros tres hijos de la infanta Cristina) está situado muy cerca del domicilio familiar y allí contó con el anonimato que no hubiera tenido si sus padres hubieran decidido seguir viviendo en España.

Tras terminar Secundaria en 2017, el primer hijo de Urdangarin, con una gran fe religiosa y muy responsable desde que era un niño, cuando se ocupaba de cuidar a sus hermanos pequeños, se tomó un año sabático antes de comenzar la universidad, algo muy habitual en la educación internacional, aunque no tanto en nuestro país. Se marchó a Camboya y el país del sudeste asiático trabajó como cooperante voluntario en la organización sin ánimo de lucro Sauce en la ciudad de Battambang y que promueve la inclusión de las personas más vulnerables a través de la educación, la sanidad y el desarrollo de las comunidades. Esta ONG está dirigida por el jesuita asturiano Monseñor Enrique Figaredo, que lleva casi cuatro décadas dedicado a ayudar a los más necesitados en Asia.

El clan Urdangarin: la vida en tres países diferentes de Juan, Pablo, Miguel e Irene, los hijos de Iñaki y la infanta Cristina

A su regreso de esta gran experiencia vital, Juan se matriculó en la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad de Essex, situada en Colchester y considerada una de las universidades británicas más reconocidas por su enseñanza e investigación. Después de tres años, se instaló en Madrid y siempre con la discreción que le caracteriza hizo numerosas visitas a su padre durante su estancia en la cárcel de Brieva, en Ávila. En Madrid se le ha visto como voluntario en la Fundación Entreculturas, una organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo promovida por la Compañía de Jesús que trabaja por la educación y el desarrollo de los pueblos. En la capital suele quedar con sus primos Felipe y Victoria Federica y con su tía Elena, con los que tiene una relación muy estrecha.

El segundo de los hijos del matrimonio es Pablo Nicolás, que cumplió 21 años el pasado 6 de diciembre. Es el único que ha heredado la pasión por el deporte de su padre y sigue sus pasos en el mundo del balonmano. Vive en Barcelona desde el verano de 2020 y ahí cumplió en octubre su gran sueño: debutar en el Barça de balonmano (partido que vieron sus padres desde la grada), el equipo en el que se forjó su padre y donde jugó catorce temporadas, entre 1986 y 2000. Iñaki fue también internacional con la selección de balonmano de España en tres Juegos Olímpicos, en los que logró dos medallas de bronce en Atlanta (1996) y Sídney (2000). Tras esos Juegos se retiró de la competición.

Pablo siempre ha peleado por su sueño deportivo. Desde niño ha jugado al balonmano y antes de llegar a Barcelona estuvo un año en Hannover, Alemania, donde se mudó desde Ginebra para jugar en el equipo juvenil TSV Burgdorf del club TSV Hannover-Burgdorf de la Bundesliga. Allí vivía en una residencia deportiva junto a otros chicos que como él trataban de abrirse camino en ese mundo y entrenaba a diario en un polideportivo cercano a su hogar. Al frente del plantel técnico estaba Antonio Carlos Ortega, que fue compañero de su padre en la Selección Española y con el que ganó cinco Copas de Europa consecutivas en el Barcelona, y a Pablo le entrenaba otro ex azulgrana, Iker Romero.

Después de su paso por Alemania, fichó por el HBC Nantes, un importante club de la liga francesa que también cuenta con nombres españoles al frente de sus equipos técnicos. Pero en el verano de 2020, el nieto de doña Sofía aterrizó en la Ciudad Condal para entrenar sin ficha en el club catalán y lo hacía con la intención de quedarse a vivir en la ciudad en la que creció. Y así lo ha hecho. Tras pasar un tiempo en casa de unos amigos de sus padres en el barrio de Pedralbes, en la parte alta de la ciudad, ahora vive en La Masía -la residencia de los canteranos del club-, en la Ciutat Esportiva del Barça, que está situada en Sant Joan Despí.

Desde su regreso a España, Pablo, que toca el piano y practica surf en Bidart, donde suelen veranear con la familia paterna, lleva una vida de lo más normal: va en autobús a la Escuela de Negocios internacional European University, donde estudia un grado en Business Administration, y cuando sale de clase se cambia de ropa y se pone la equipación del Barcelona para ir a entrenar a la Ciutat Esportiva Joan Gamper con sus compañeros. Le gustan las redes sociales, sobre todo Tik Tok, y podría haber tenido ya un primer amor al lado de una compañera de clase con la que se le ha visto muy cómplice a la salida de la universidad.

Nunca le habíamos escuchado hablar hasta que el pasado miércoles la revista Lecturas publicó unas fotos de su padre agarrado de la mano de una mujer que no es la infanta Cristina. Los medios esperaron entonces a Pablo a la salida de su casa y le preguntaron por las instantáneas. “Prefiero no decir nada porque es un tema familiar. Pero, ya está... Son cosas que pasan y son cosas que tenemos que hablar en casa, entre nosotros”, decía Pablo Urdangarin. “Todos estamos tranquilos, nos vamos a querer igual”, añadía de una manera educada y natural.

El tercer hijo de Cristina e Iñaki es Miguel, que es ahijado del rey Felipe VI. Nació el 20 de abril de 2002, por lo que este año cumplirá 20 años. De niño hacía ‘buenas migas’ con su primo Felipe, ya que ambos siempre tuvieron fama de ser dos pequeños bromistas y de provocar las carcajadas a los adultos de la familia real. El joven está instalado en Londres desde hace un año. Apasionado del mar desde su infancia, Miguel comenzó a estudiar en la capital británica Ciencias del Mar u Oceanografía, un campo de la ciencia que estudia los mares, océanos y todo lo que se relaciona con ellos, incluyendo desde los procesos físicos, como las corrientes y las mareas, hasta los geológicos y biológicos.

Igual que su hermano Pablo, Miguel es un chico responsable, estudioso y con una gran sensibilidad para la música y también toca el piano. De hecho, durante sus años en el colegio de Suiza, dio varios recitales a los que asistieron como espectadores sus padres. También practica esquí y surf, además de vela, un deporte que como sus hermanos aprendió en sus veranos en Mallorca. Pese al distanciamiento de su madre con su hermano Felipe, Miguel mantiene una gran relación con su padrino y hace cuatro años se les vio tener una gran sintonía saliendo a navegar juntos en Palma.

Irene es la menor de los cuatro hermanos. Cumplió 16 años el 5 de junio del año pasado y es la única que aún vive en Suiza junto a su madre, que acude cada día a su trabajo en la Fundación Aga Khan (AKF), con sede en Ginebra, donde es coordinadora de interagencias dentro de la Aga Khan Trust For Culture. La niña recibió el nombre de Irene en honor a la hermana de su abuela Sofía, Irene de Grecia, y dicen que la emérita siente adoración por ella (a las dos les encanta la música clásica) y las hemos visto juntas en varias ocasiones acudiendo al teatro o al ballet en España. Desde muy pequeña ha viajado por el mundo junto a sus padres y hermanos, ya que con solo cuatro años se marcharon a Estados Unidos.

La joven estudia en l’Ecole Internationale pero viaja a menudo a Barcelona para visitar a su hermano Pablo, con el que tiene una relación cómplice y cercana. La adolescente siempre ha sido el ojito derecho de sus tres hermanos mayores, que la han cuidado y protegido al máximo en los momentos más complicados de su padre. Habla inglés, francés y alemán, toca el piano y practica esquí y natación. Aunque se lleva solo cuatro meses con su prima la princesa Leonor, ambas son muy diferentes en gustos y estilo. Irene es una gran seguidora de la moda y le gusta seguir las tendencias, con un estilo más parecido al de Victoria Federica, con la que se lleva de maravilla, que al de la hija mayor de doña Letizia.

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