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Saltando grietas

En las relaciones de poder cualquier paso en falso puede costar una salida, incluso una tumba (figurativamente o no). Algo que nos parece ajeno a quienes por primera vez entraremos en esas dinámicas, es mucho más cotidiano de lo que podamos imaginar.

Supongamos que, a causa de los niños, las cosas en una pareja se tensan. Por una parte la política de crianza debiera ser intolerante con las faltas de respeto y aplicar castigos. Por la otra, ante un insulto, hay que abrir un canal de diálogo para conocer de dónde vienen las malas palabras y aplicar la psicología. Para ambos casos, las hormonas no reconocen la psicoterapia. Y ambas tesis pueden fallar. Si es así, las posiciones se enfrentan en orden a no reconocer una derrota. O puede suceder que insistamos en nuestra tesis hasta que nos desgaste, nos consuma y termine eventualmente por desbordarnos.

Los desbordes de los gobiernos traen consecuencias fatales para ellos mismos, pero muy positivas para quienes los experimentan (una olla que llevaba demasiado tiempo a punto hervir el agua y al fin explota). Los estallidos dejan cicatrices. Hay vínculos que se quiebran y con justa razón no pueden volverse a recomponer. Por eso no podemos dar pasos en falsos. Así también ocurre en el núcleo familiar. Cuando las posiciones se encuentran, y ante la frustración de ser comprendida una se desborda, las consecuencias son fatales: quedas sin casa, sin hogar y, lo peor de todo, sin familia.

Saltando grietas

¿Cómo volver a los años dorados de la fiesta interminable? ¿Cómo volver a encontrarnos? ¿Dónde quedaron las plazas, los parques, las ciclovías, los espacios que eran de todos y nuestros?

Siempre el inicio es hermoso. Pero la luna de miel viene con fecha de vencimiento. Es ahí donde la convicción que nos llevó a comprometernos con un proyecto de vida y de mundo se vuelve resciliente. En la prosperidad y en la adversidad. En la calle y en el Congreso.

En una sociedad donde las emociones del instante van pavimentando caminos llenos de grietas es complejo recordar ese momento inicial o esa meta a futuro que nos hizo soñar, que nos hizo volar. Es difícil no aferrarnos a la luna de miel, la tentación es ocultar los defectos debajo de la alfombra y tapar los errores izando la bandera chilena.

Pero, así como el amor, la historia también es cíclica. Hoy quiero creer que los nuevos andares, los rumbos y vientos de cambios, impregnarán todas las aristas de la vida. Un segundo aire, dicen. O quizás, unos pulmones nuevos.

Camila MusanteAbogada y activista ecofeminista. Diputada electa por el Distrito 14.
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